DIOS DIJO: "ELLA ES LA INDICADA". LOS 5 MITOS QUE CREEMOS

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Si te encuentras rodeado de cristianos solteros que quieren agradar a Dios lo suficiente, tendrás esta conversación un par de veces o quizás lo experimentes tú mismo. Creemos que a Dios le importa y se involucra apasionada e íntimamente en nuestras vidas, y que Él nos habla acerca de nuestras relaciones. También creemos que podría haber otras áreas y creencias que influyen en la manera en la que escuchas a Dios.

MITO: HAY UNA PERSONA “INDICADA”

Amo la idea de la persona “indicada”. Alguien con quien estamos destinados a estar porque juntos encajamos de manera tan perfecta que el amor y el gozo abundarán hasta que seamos “felices por siempre” y por la eternidad.  Las comedias románticas, las historias en internet, las publicaciones de Facebook y hasta algunos libros cristianos parecen también amar la idea de la persona “indicada”. Por sorpresa, y gracias a Dios, este mito no es cierto. Creo que existe la persona “indicada” a la cual tú escoges y la “indicada” con la cual te casarás, pero no hay solo “una” persona destinada para ti ni “la indicada” que logrará “completarte”.  El concepto de persona “indicada” que te completa está basado en una teoría de Platón, quien supuso que Zeus se veía amenazado por el crecimiento de la humanidad, así que este dividió a los antiguos humanos prototipos, “personas redondas”, en dos mitades y las separó alrededor del mundo. De esta manera, la humanidad estaría tan distraída tratando de encontrar a “su otra mitad” que no intentarían derrocar a los dioses. Aunque la mayoría de nosotros no creemos eso hoy, todavía tenemos la fantasía de encontrar a la persona “indicada” para la cual fuimos destinados o la que nos completará.

Si lo observas de forma práctica, sería un tanto cruel y apremiante por parte de Dios darnos solo una opción. Si Matt y Mary debían casarse, pero Matt se casó con Susan. Susan debía casarse con Sam. Ahora, Sam debe encontrar a alguien más y Mary también. Ambos se están casando con la persona equivocada, provocando una reacción en cadena que arruina la perfecta armonía para el resto de nosotros. Ufff, gracias, Matt.

En lugar de ver a tu posible cónyuge como la persona “indicada” y la única que tendrás, Dios quizás te muestre varias personas “indicadas” que podrían funcionar.

Me gustaría representar a las personas como sabores. Cada persona tiene un sabor único de quien es Dios para la Tierra. No estás buscando a la única opción para que se te una, estás buscando a alguien con quien puedas combinar. Digamos que tú eres Mantequilla de Maní. Quizás encuentres a Mermelada. Perfecto, combinan bien, pero no es la única opción. También puedes encontrar a Panqueque, Galletas Ritz, Chocolate, Bananas o a Corteza de Pastel con la que puedes combinar muy bien. No hay solo “una” combinación perfecta. Tienes opciones para que pueden combinar.

MITO: PERO ÉL LO DIJO, ASÍ QUE DEBO OBEDECER. // MITO: ÉL ESCOGERÁ POR MÍ

Dios es amor. Uno de los muchos principios del amor es la elección. Eso es lo que hace poderoso al amor. Es también lo que hace que el amor romántico sea agradable. Yo no quiero que a mi esposa me la entregue un dictador que la está forzando a casarse conmigo, tampoco quiero que ella piense que me estoy casando con ella porque me dijeron que lo haga. Quiero desearla y escogerla junto con Dios. Yo quiero que me elijan.

Considera esto: Dios es la mejor relación con la que puedes comprometerte. Él es el perfecto amor, da el perfecto amor, no tiene cargas, siempre tiene mucho para dar, sabe con exactitud lo que es bueno para ti, y ha entregado su vida para que tú puedas vivir y prosperar. Si Dios, que es la relación perfecta, no te fuerza a tener esa relación con Él mismo, sino que te da una elección, ¿por qué te forzaría a tener una relación con alguien más? Él te da la elección de estar en una relación con Él y de estar en un romance con alguien del sexo opuesto.

Pienso que a veces queremos que Dios nos diga quién es la indicada, así nosotros no tenemos que tomar una decisión porque tenemos miedo al dolor o a arruinar nuestras vidas. Pensamos que, si Dios elige por nosotros, será perfecto y no habrá problemas. La realidad es que ustedes aún son dos humanos con diferentes personalidades, decisiones, opiniones e historias que se unen para aprender lo que significa llegar a ser uno. Que Dios lo apruebe, no necesariamente significa que ustedes no tendrán problemas. Él solo sabe que terminará bien para ambos de ustedes (al crecer y llegar a ser más como Jesús).

MITO: ¡PERO DIOS ME LA SEÑALÓ! // MITO: DIOS ME DIJO

Algunos años atrás, Dios me dio las iniciales y una descripción de mi esposa. Unas semanas después, conocí a una mujer acorde a esa descripción. Ella no era lo que yo esperaba, pero pensé: “Bueno, si es tu voluntad, la conquistaré” y comencé a ir tras ella. Nada resultó de eso. Yo estaba un poco confundido, pero también aliviado. Unos meses después, Dios me mostró otra chica. Cuando iba camino a casa, sentí que Dios me codeaba: “¿Qué opinas de Susan?”. Yo pensé que era linda, aunque no era mi tipo, pero yo estaba tratando de ser obediente: “Eh… no lo sé. Quiero decir, si ella es mi esposa, lo intentaré…”. Dios me interrumpió amablemente: «No dije: “Ella es tu esposa”. Dije: “¿Qué opinas de Susan?”». En ese momento, se aclararon los años de ir tras las mujeres de manera confusa. Dios no era el dictador que señalaba quién debería ser. Él era un Padre que estaba sentado al lado de su hijo, codeándolo y diciéndole: “Ey, ¿qué opinas de ella? Ella es de calidad”. Y luego, actuaría de acuerdo a la respuesta de su hijo.

Muchas veces escuchamos a Dios y traducimos sus palabras a través de nuestros filtros de lo que creemos sobre Dios. Cuando Él decía: “¿Qué te parece ella?”. Yo entendía: “Ella es tu esposa”, porque yo creía que solo había una opción y estaba esperando que la flecha cayera sobre ella señalándola.

Sí, creo que Dios sabe con quién me casaré al final, pero también creo que Dios camina conmigo en medio del viaje para descubrir lo que mi corazón disfruta en lugar de decirme lo que al final alcanzaré. Se trata más del descubrimiento de mí mismo, de la libertad y de cómo amar. Él celebra cada vez que encuentro algo atractivo en una mujer y voy tras ella con valentía. Como un buen Padre, Él me acaricia en la espalda con un “ese es mi chico”, porque me levanté, le di una oportunidad al amor, amé bien y trabajé junto con él.

MITO: ÉL DIJO QUE NECESITO HACER QUE SUCEDA

Primero que nada, exhala. Quítate esa presión de encima. No es tu responsabilidad asegurarte de conquistarla, atraerla, convencerla ni de hacer todo bien. Si piensas que es tu responsabilidad, estás trabajando para probar una promesa en lugar de disfrutar y elegir a la persona. Si es verdad que Dios prometió que estarán juntos, entonces es su responsabilidad cumplirlo. No tuya. (Filipenses 2:13). Tu trabajo es caminar con Dios, manteniendo el diálogo abierto y amando bien a la persona.

Del mismo modo, si Dios te dijo que ustedes dos se casarán, no se lo digas a la otra persona. Deja que Él le diga si y cuando Él lo decida. No es tu responsabilidad compartir ese secreto. Cuando le dices a la otra persona: “Dios me dijo que nos casaremos”, tú habrás 1) quitado su elección, 2) manipulado a la persona para que se case contigo, 3) quitado su propio viaje con Dios. No es divertido para nadie. Si ustedes dos se casan, ese secreto es algo hermoso que puedes compartir en tu luna de miel acerca de cómo Dios te guio.

MITO: SI NO FUNCIONÓ, NO ESCUCHÉ A DIOS

Esta es una mentira del enemigo que confunde tu relación con Dios. Sí, quizás no hayas oído todo tan claro como hubieras querido, o quizás Dios estaba haciendo algo que era bueno en cada uno por separado, solo que no terminó en matrimonio. De vuelta, Dios no tiene una mente que se fija en una sola cosa como nosotros. No estoy hablando acerca de las citas casuales o de jugar con el corazón de alguien, pero yo creo que Dios puede usar las citas, que no necesariamente resultan en matrimonio, para trabajar en nuestra libertad y plenitud mientras nos parecemos más a Cristo. Él no le tiene miedo a la separación como nosotros. Gracias a las citas, he aprendido a ser valiente, a darle una voz a mi corazón, a amar sin esperar nada a cambio, a escuchar mejor, a cocinar y limpiar (tratar de impresionar a una mujer es un gran motivador), a trabajar duro, a disfrutar la vida y no solo trabajar, a comunicarme mejor, a escuchar sobre cómo amar a las personas más allá de mis posibilidades y he aprendido el intenso compromiso de Dios en cada área de mi vida. Si mi perspectiva al iniciar una relación de pareja es dejar a la otra persona mejor que cuando la conocí, dejando de lado el resultado, entonces ni ella ni yo podemos perder. El amor se trata de lo que puedes dar, no de lo que puedes obtener. En cada relación o búsqueda, Dios ha hecho algo no solo en mi vida, sino en la de ella también.

LA VERDAD: LOS 3 SÍES

Una última cosa, volvamos a las elecciones. Se requieren 3 síes para que una relación funcione. Tu sí. El sí de ella. El sí de Dios. Si tienes 2/3, no funciona. Tú y ella pueden estar de acuerdo, pero Dios dice: “Esto no es bueno para ustedes dos.” No funciona. Tú la puedes elegir a ella, Dios puede aprobarla, pero ella puede no estar interesada. 2/3 no funciona. Dios no va a anular tu libre albedrío. Cada uno de ustedes tres tiene voz y voto en la relación. Cuando hay luz verde de parte de los tres, tú puedes proceder y ver lo que resulta de ello.

Dios está íntimamente comprometido en tu vida de soltero, tu vida amorosa y tu matrimonio. Él no va a determinar quién debe ser tu futuro cónyuge ni ordenarte que obedezcas como un robot. Él te guiará en tus deseos hacia una buena opción para ti, una gran pareja. Luego, tú puedes decidir si quieres proceder en la relación y comprometerse, o si él/ella no es bueno/a para ti. Puedes confiar en Él. Él te guiará solo a la Vida. Pídele a Dios que te muestre lo que estás buscando en una futura pareja y quiénes serían buenas opciones. Después, pídele valentía para dar los siguientes pasos y pídele ideas sobre cómo perseguir esa relación. Sé valiente.  Las relaciones pueden ser complicadas, pero vale la pena arriesgarse por el amor.